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CAPITULO XXX La Parroquia de Tagaytay. Aquí sufrimos algunos contratiempos durante la guerra. En efecto, debido a su situación estratégica, dominando la base naval de Cavite y siendo paso obligado de Manila a Batangas, pasaban de continuo las tropas y era de temer se convirtiera de un momento a otro en campo de batalla. El P. Rogelio, y el P. Gil, coadjutor, determinaron abando– narla y refugiarse en Manila. Apenas quedó sola la casa, los ladrones hicieron de las suyas, robando bastantes cosas. Después de la Novena de Lourdes el M. R. P. Florencia, superior, determinó subir a Tagaytay, aunque le constaba que los japoneses habían declarado zona de guerra aquel lugar. Residió allí unas semanas y bajó a Manila nombrando poco después párroco de Tagaytay al P. Jacinto de Aran– ctigoyen. En casa no había agua, fall:aban muchas cosas y sobre todo era difícil buscar comida. Muchas veces tenía que con– tentarse el nuevo párroco con pedazos de calabaza hervida, o algunas patatas (camotes) o plátanos. No había pan, ni 316
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