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CAPITULO II Residencia de Manila. Los cinco Misioneros restantes, Ecsperando órdenes supe– riores, continuaron en el Convento de San Francisco hasta el 27 de junio, fecha en que, con el beneplácito del Sr. Ar– zobispo de Manila, se encargaron del servicio espiritual de dos capillas públicas situadas una de ellas en Gagalañguín y la otra en el distrito de Tondo, donde alquilaron una hu– milde casa de caña y hoja de palma para los cinco. Por entonces se dieron cuenta los misioneros de la gran conveniencia, por no decir absoluta necesidad, de establecer una residencia en Manila. Dicha residencia sería a modo de procura para atender oportunamente a las necesidades de las Misiones de Caroli– nas, y serviría al mismo tiempo, para gestionar delante de las autoridades eclesiásticas y civiles los asuntos relacionados con aquellas misiones. Y así se presentó oficialmente un expediente a este efec– to, dando como resultado la Real Cédula de 8 de octubre de r886, autorizando el establecimiento en Manila de dicha procura, corriendo a cuenta del Gobierno español los gastos necesarios. 31

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