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BIENVENIDO DE ARBEIZA cenamos y luego nos acostamos sobre el piso de caña. ¡Qué noche tan triste fue la segunda noche de Naviaad ! El primer encitentro con los japoneses. Era el día r de enero de 1942 ... Estaba amaneciendo, cuando oímos de improviso gran estruendo de tanques ro– dantes, truks (camiones), cañones y una gritería ensorde– cedora ... Era el ejército japonés victorioso que pasaba por San Miguel, camino de Manila. Estábamos ya bajo la bandera del sol naciente ... , el sol japonés había vencido a las estrellas americanas. A los dos días nos dijeron que había una guarnición de japoneses en San Miguel y decidí presentarme, sacar pasa– porte y quedarme en el convento ; le invité al P. Benjamín y me contestó que creía conveniente quedarse para guardar nuestras cosas. Repasé unas palabras del diccionario ja– ponés (por si acaso), puse en orden mi cédula personal, registro de extranjeros, cédula consular, ... y, encomendán– dome a Dios, salí para la población. Entré con mucha pre– caución y no ví ninguna persona ... , me dirigí hacia la iglesia y de buenas a primeras vi a varios hombres que saqueaban el convento; estaban armados. Los reprendí suavemente, paternalmente, pero no hacían caso. Habían reunido en la mesa de la sala muchas cosas útiles y estaban para mar– charse ... Yo no sabía qué hacer... Por fin, después de algunos ruegos y palabras suaves se marcharon. Escondí en el des– ván la ropa de iglesia y otras cosas de importancia y hacia las seis de la tarde me dirigí hacia el hotel de San Miguel, donde se alojaban los japoneses. Justamente había enfilado la calle, cuando un soldado que estaba sentado en una silla, 304

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