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BIENVENIDO DE ARBEIZA yeron las primeras bombas japonesas en los campos de aviación cerca de Manila ... La población saltó de las camas y se escondió apresuradamente en Ios refugios ... Algo más tarde sonaron tétricamente, prolongadamente las sirenas de alarma. Gran número de aeroplanos americanos, hangares, etc., ardían en llamas en el campo Nichols. Era ya un hecho la guerra japonesa americana. Celebramos las misas sin fieles ; yo salí a pie para la estación del tren y poco después del mediodía estaba ya en mi parroquia... ¡Qué espectáculo! Desde Manila hasta la Provincia de Tarlac (unos r35 kilómetros) los caminos ve– cinales y carreteras estaban llenas de gente con los chiquillos de la mano y grandes fardos y maletas en la cabeza camino del monte. La alarma había cundido por todo Filipinas. A los pocos días en toda la población de San Miguel no quedábamos más que los dos Padres y los soldados de la guarnición. El día r.r; hubo un fuerte bombardeo junto a nosotros (la Academia militar de San Miguel)... arrojaron bombas incendiarias en 1a población y provocaron tres grandes incendios... Al desaparecer los aeroplanos, salimos el P. Benjamín y yo del refugio y marchamos a ver el resultado de las bombas ... Ardía la Academia militar y ardía también el casco de la población. Bajaron algunos america– nos del cadre (academia) con algunos filipinos. De los ba– rrios cercanos vinieron también algunos hombres, y yo me dirigí al teléfono de la Tabacalera a pedir auxilio ... Llegaron grupos de gente en camiones y en autos y comenzaron a apagar el incendio. Con la cooperación de todos, pudimos derribar varias casas de madera, cortando así la marcha del fuego en dos o tres calles, pero aun así se quemaron unas rzo casas. 302
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