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BIENVENIDO DE ARBEIZA acusó duramente en el mes de noviembre a Norteamérica, de haber descuidado la defensa de Filipinas ante el peligro inmi– nente de una guerra con Japón. Por aquellos días el periódi– co americano Manila Daily Bu,lletin acusó al Gobierno de EE. UU. de abandonar a los ciudadanos americanos de Oriente. Por otra parte el pastor protestante y periodista Rev. Samuel Stag publicó varios artículos alarmantes, ex– poniendo al detalle la actuación de los espías japoneses en Filipinas, llegando a indicar hasta las casas donde estaban las oficinas secretas de espionaje. La tragedia se cernía si– níestramente sobre nosotros. Primer chispazo. 8 de diciembre de r94r. Mañana fresca, sol esplendoroso, cielo azul oriental, fiesta de la Inmaculada. Había terminado la segunda misa y volvía a la sacristía, cuando un señora española me salió al paso y, nerviosa, con voz entrecortada me dijo: ¿No sabe la noticia? ... Los japoneses han bombar– deado Pearl Harbar y se les espera en Filipinas de un mo– mento a otro. Los trenes han sido ocupados por el ejército... En efecto, esa era la noticia tantas veces temida. Los japone– ses iban a invadir Filipinas. Precisamente ese mismo día de la Inmaculada tenía que marchar a Manila para solemni– zar la boda de dos españoles feligreses míos. Impresionado fuertemente marché a hablar con el jefe de ia Constabularia (Guardia Civil) de la población, quien confirmó todo aquello que me había dicho la señora; respecto al viaje a Manila me aconsejó que lo hiciese cuanto antes. Así lo hice; antes del mediodía estaba ya en el tren ... De San Miguel, Província de Tarlac, hasta Manila la alarma era manifiesta... Al pasar junto al gran campo de aviación 300

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