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BIENVENIDO DE ARBEIZA con esmerada solicitud y fraternal caridad por los PP. Fran– ciscanos. Permanecieron en dicho Convento hasta el día 15 de junio en que, arreglados los papeles de viaje, se embar– caron seis de ellos en el transporte de guerra "Manila" y sa– lieron para Carolinas Occicientales, con el Superior el muy Rvdo. P. Daniel de Arbácegui. Hicieron escala en Zamboanga, donde fueron muy bien recibidos y obsequiados por los PP. J esuítas, partiendo fi– nalmente para Carolinas y arribando a la Isla de Yap el 29 Sin embargo el primer Capuchino que llE,gó a Filipinas fue el P. Flo– rentino de Bourges o Florentino de Bitúrico. Este Padre salió de Porl Louis (Francia) el 20 de abril de 1711 con intención de ir a las Indias Orientales, pero diversos accidentes de navegación le obligaren a seguir vía América, desembarcando en Buenos Aires. Resuelto a toda costa a proseguir el viaje interrumpido, anduvo a pie setecientas leguas, perdién– dose durante bastante tiempo en la Cordillera y saliendo por fin después de fatigas y trabajos sin cuento a las misiones de los Jesuitas del Para– guay. Pudo llegar por fin a Santiago de Chile, y de allí se trasladó a Valparaíso embarcándose para el Callao, de donde partió rumbo al Orien– te el 1 de Marzo de 1713, A los tres mesen llegó a la Isla de Guam, donde fue amablemente recibido y tratado por los Misioneros Jesuitas, de quienes dice en su crónica que tenían muy bien organizada la labor evangélica de la Isla, siendo magníficos los frutos espirituales en aquella apartada porción de la viña del Señor. A los doce días embarcó vía Filipinas, a donde llegó mes y medio más tarde a causa de los vientos contrarios. Pudo por fin desembarcar en la Isla de Luzón (no señaia en qué sitio) llegando a los tres días a Manila, capital del Archipiélago. Habla luego su Crónica de las cosas más notables de la ciudad, de la riqueza y magnificencia de sus iglesias, de las actividades misionales del clero secular y regular, etc. Habla después, de una penosa enfermedad que le tuvo en cama bastante tiempo, atribuyendo su curación, que no duda en llamar milagrosa, a San Francisco Javier. Una vez restablecido tomó pasaje en el vapor armeni,1 Sainte-Anne saliendo de Manila el 15 de febrero de 1714 llegando des– pués de muchos accidentes y peripecias a la Misión de Pondichery en la India, término de su largo y extraordinario viaje que duró unos tres años (1711-1714). Cfr. Anal. O. M. Cap., vol. XXII, págs, 143, 178, 219 y sigs. 28

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