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BIENVENIDO DE ARBEIZA Conclusión. Mons. Guerrero tiene la palabra. Dice así escribiendo al P. Superior de Capuchinos: "No es desconocido a V. R. y a todos los PP. Capuchinos que me conocen y que me honraron y honran con su amistad, el afecto que profeso desde mi niñez a la Orden... "Los PP. Capuchinos, que ahora trabajan en Pangasi– nán, no han hecho más que acrecentar en mí ese afecto, pues ellos con su edificantísima conducta han sido para mí un gran consuelo y alivio, a la vez que se han hecho acree– dores a las simpatías de cuantos les ven trabajar con tanta humildad y celo. "Y eso no es adulación, pues a la Curia han venido per– sonas de otros pueblos pidiendo que yo cambiara sus párro– cos por PP. Capuchinos. "¡Ah l Si los PP. pudieran encargarse de algunos pue– blos más, en mí no encontrarían más que un benevolentísi– mo receptor. "Ya sabe, Padre, que en mis arreglos de parroquias no atiendo más que a la gloria de Dios y a la salvación de las almas; por tanto lo que me importa es tener párrocos edifi– cantes y celosos que den ejemplo a los otros pastores de al– mas que, por desgracia, no son lo que Dios y la Iglesia de– sean que fuesen" 9 • testantes están dentro del mismo terreno, sin cesar un instante en su campaña anticatólica del peor género... y un solo sacerdote no es su– ficiente". Al abandonar la Provincia, su intención era trabajar y morir en ]a Misión. Por eso escribió estos versos: Yo de Navarra a ultramar, - y de ultramar a ultratumba, - cuando mi cuerpo sucumba - Quiero que tenga su tumba - a mil leguas de mi hogar. 9. Un año antes de escribir esta carta, en 1931, un periódico de la izquierda acusó a Mons. Guerrero de antifilipinista y poco patriota, por admitir en sus parroquias a sacerdotes extranjeros. También por entonces algunas personas le echaron en cara el mismo reproche, y Mons. Guerrero 276
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