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LOS CAPUCHINOS EN FILIPINAS por ciento, poco más o menos, se celebran ante el Juez o los Ministros protestantes o aglipayanos 6 • Además aumentó de un modo consolador el número de enfermos que recibían los sacramentos 7 • Uno de los mayores problemas. No hay que perder de vista que siempre fue muy difícil para la Misión de Filipinas la administración de estas parro– quias a causa de la lengua. En efecto, aunque los misioneros estudiaran el inglés y el tagalog, luego de venir a Filipinas, al ser clestinados a Pangasinán, tenían que comenzar otra vez el estudio a fondo de la lengua pangasinense, siendo este uno de los mayores y más difíciles problemas que había que resolver, al tener que hacer algún cambio en el personal. En distintas ocasiones se trató seriamente de la conve– niencia o no conveniencia de administrar estas parroquias; algunos misioneros y hasta algunos Superiores indicaron que sería mejor cambiarlas por otras parroquias de lengua ta– gala. Uno de los que defendían ésto era el P. Florencio de Lezaun. El año 1941 se aprobó en principio el cambio de parroquias y se pasó el aviso correspondiente al Sr. Obispo de Lingayén, Mons. Mariano l\fadriaga, que lo sintió mu– chísimo. En consecuencia en julio de 1941 se dejaron las Parroquias de Labrador y Sual, volviendo el P. Fernando 6. Algunos van a casarse en el Municipio y ante los ministros no católicos, por ser sumamente ignorantes en religión. 7. "No se crea, sin embargo, escribe el P Fernando, que todo es vida y dulzura en estas parroquias, porque hay entre los feligreses una especie de librepensadores muy aficionados a toda suerte de discusiones y ~e acercan a toda clase de predicadores; sin embargo, la mayor parte de ellos, con tal que el párroco procure, sin zaherirlos, deshacer sus dudas, suelen caer fácilmente en un catolicismo práctico y, desde luego, difí– cilmente dejan de confesarse en la hora de la muerte". -· E 273
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