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LOS CAPUCHINOS EN FILIPINAS han tenido siempre delante de ellos planteado ese doble pro– blema: Restauración material de las iglesias y conventos y restauración moral de los principios cristianos. Ya antes hablamos de los trabajos llevados a cabo por el P. Cesáreo, primero en Salasa. después en Bugallón y otro tanto hizo al ser trasladado a Labrador; por otra par– te, también hemos hablado de la iglesia de nueva planta levantada en Bugallón por el P. Benjamín de Ilarduya ; a todo esto hay que añadir las obras llevadas a cabo en la iglesia y convento de Salasa por el P. Fernando, ya que el P. Cesáreo no hizo más que comenzar. Durante casi ocho años el P. Fernando continuó haciendo reparaciones y obras de embellecimiento y aaorno en los inmensos edificios de la iglesia y convento, generosamente ayudado por Dña. Mila– gros V. de Klar. Cosa parecida podríamos decir de Sual 3 , donde años an– tes fue destinado un párroco filipino y tuvo que abandonar la parroquia por falta de entradas ; pues bien, en Sual tra– bajó constante y activamente el P. Pedro de Muniáin du– rante siete años largos ; privándose a veces de lo más nece– sario en la vida, gastó sus pequeños ahorros en la renovación del techo y pavimento de la iglesia y en comprar los obje– tos y ornamentos más necesarios. El P. Alberto también gastó mucho dinero en obras de reparación y adorno en la iglesia y convento de Aguilar 4 • 3. La fachada de la iglesia lo mismo que sus paredes están cons– truidas con piedras sillares, únicas en todo aquel contorno; fueron traí– das las piedras, según la tradición, de China, pues fue capricho '1e un gran selior construirse en aquel bello rincón a orillas del mar un "pa– la<'io" con piedras traídas de China. Al ser abandonado el palacio, sus materiales se usaron para edificar la actual iglesia. El convento había desaparecido, quedando en pie la cocina, donde vivía el sacristán a la llegada del P. Pedro, y hechos algunos arreglos, se pudo instalar allí. 4. Cuando en 1931 visitó el P. Rafael de Gulina, las parroquias c1e 271