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BIENVENIDO DE ARBEIZA cente, pues la anterior amenazaba venirse abajo cuaiquier día, máxime durante la temporada de baguios-ciciones. Mons. César, a pesar de los apuros pecuniarios en que estaba, le dio diez mil pesos, y el P. Benjamín, cogiendo pla– nos y figuras de distintos libros y revistas, trazó lo mejor que pudo los planos de la nueva iglesia. El se constituyó en ingeniero y contratista. Buscó traba– jadores, compró los materiales necesarios y empezó la cons– trucción 2 • Dice a este propósito el P. Fernando en sus apuntes: "La iglesia es toda de cemento armado, libre por lo tanto de la plaga devastadora de la hormiga blanca que ataca furiosa– mente a las construcciones de madera. Tiene tres naves for– madas por graciosas columnas ; tiene además un juego de ventanas rematadas en arco en su parte superior. Una vez hechas algunas obras de adorno y embellecimiento, esta iglesia dejará satisfecho y saciado el gusto del más exigente". Labor material de nuestros Padres en Pangasinán. Ya antes hicimos mención del estado religioso en que se encontraban los pueblos de la provincia de Pangasinán, bas– tantes de ellos abandonados de sus párrocos durante muchos años. La devastación y estado ruinoso de los templos corría parejas con la decadencia y enfriamiento y ruína de los prin– cipios cristianos. Todos los Capuchinos, que han estado en Pangasinán, 2. Le ayudaron mucho en la construcción de la iglesia el Jue?: de paz del pueblo y el Jefe de policía; dicho señor había entrado en la Masonería y vivido alejado de la Iglesia Católica durante mucho, años. Después de largas discusiones con el P. Benjamín abjuró de la Masoaería, volvió a la Religión de sus mayores y se constituyó en amigo y co0pcra– dor del Padre; su nombre, D. Vicente Espino. 270
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