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BIENVENIDO DE ARBEIZA Empezó luego el nuevo Obispo la obra gigantesca de reorganización de su extensa Diócesis, reparando iglesias y conventos, abriendo un Seminario diocesano a cargo de los PP. del Verbo Divino, visitando todas y cada una de las parroquias. Muy pronto se dio cuenta de la terrible realidad del "mesis quidem multa, operarii autem pauci", pues para cerca de un millón de feligreses sólo contaba con cuarenta y cuatro sacerdotes y por desgracia algunos de ellos no muy celosos de la gloria de Dios y la salvación de las almas. Los PP. Capuchinos en Pangasinán. Dejemos la palabra al P. Fernando: "este celoso Obispo ... ante el pavoroso problema de la escasez de clero, solicitó del entonces P. Superior de los Capuchinos en Filipmas, M. R. P. Joaquín de Inza, personal capuchino para regentar varias parroquias pobres de la Diócesis de Lingayén. El J. Joaquín, antes de dar un paso tan importante, ya que se trataba de una provincia tan lejana, donde se hablaba un dialecto desconocido entonces para los Capuchinos, salió de viaje de inspección el día r3 de agosto de rgzg en compa– ñía del P. Cesáreo de Legaría, a la sazón párroco de la Er– mita, para ver por sí mismo el estado material y espiritual en que se encontraban aquellas parroquias. año sus estudios eclesiásticos en el Colegio Pío-Latino-Americano de Roma, donde, además de la cartera eclesiástica, consiguió el doctorado en Teología y Derecho Canónico. Pasó luego a América del Norte para perfeccionarse en el inglés, úendo nombrado a su vuelta canónigo docto– ral de la Catedral de Manila, 1923; tres años después Secretario del Ar– zobispo y finalmente el 28 de febrero de 1929 fue preconizado Obispo de la recién creada Diócesis de Lingayén, tomando posesión el 23 de mayo y siendo consagrado el día 24. Ya viviendo en la Ermita y mucho más cuando estudió en Roma, tuvo íntima amistad con muchos Capuchi– nos, se hizo terciario franciscano, y así no es de extrañar su empeño en llevar a Pangasinán algunos PP. de nuestra Orden. 254