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LOS CAPUCHINOS EN FILIPINAS como pocos de la lengua inglesa y con su experiencia artís– tica como organista y director de coro, se encargó exclusi– vamente de la música en la iglesia y de la instrucción reli– giosa de la escuela, siendo este un paso más para la mejor organización de la escuela parroquial y el mayor esplendor del culto religioso. El segundo coadjutor era el P. Pacífico de Villatuerta; Si buscas milagros. Cuando en rgor se encargaron los Capuchinos de la hu– milde visita dedicada al Patrón de los Pobres, S. Antonio, no había al parecer en Singalong ni dinero, ni almas cris– tianas; años después se levantaron los edificios amplios y cómodos de la escuela, el convento y la iglesia donde se in– virtieron más de r50.ooo pesos. Ciento cincuenta mil pesos salidos casi por completo de las familias humildes de Sin– galong 4 • Los domingos y aún los días de labor se ve la am– plia iglesia rebosante de gente, especialmente los martes, honrando a su Patrón, San Antonio, que se levanta ahora no sobre tablas carcomidas por la polilla y la humedad, sino sobre un hermoso altar de mármol 5 • 4. Salvo raras excepciones, casi todas las limosnas vinieron de fa– milias de posición media y otras veces de pobre y humilde condición; ellos fueron los que, como la viuda del Evangelio, fueron depositando sus centimillos en el gazofilacio de la caridad" 5. Este altar con el sagrario de plata lo regaló Dña. Estefanía Sil– vestre, que en otras ocasiones también ayudó a los Capuchinos de Sin– galong. El costo del altar fue de 4.000,00 pesos. Otra persona que ayudó mucho a los Capuchinos fue D. Eusebio Gu– tiérrez, alto empleado del Buró de Ciencias, que, con sus consejos y preparación técnica, resolvió muclias dificultades en la construcción de la igiesia, mientras su Sra. Dña. María Gutiérrez se encargó de la organización y dirección de la Escuela Católica Parroquial; D. Valentín Obando dio dinero a distintos párrocos de Singalong. 241
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