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BÍENVÉNIDO DE ARBEIZA Un entierro en alta mar. "Día 23 de abril, Viernes Santo... Día triste y de luto para la Iglesia Santa y para sus hijos; pero día más triste aún para nosotros los misioneros por el amargo e inesperado incidente que nos sobrevino. El Rdo. P. Fidel de Espinosa, nuestro querido compañero de misión, se sentía desde algu– nos días indispuesto, pero no estaba en cama sino algunos ratos, y estos más bien, porque se sentía mareado; el mé– dico no daba importancia a la cosa. "Por la mañana de este día aún había estado con algunos de nosotros arriba sobre cubierta ; más a las cinco de la tarde, al llamar para que tomara algún alimento, nos en– contramos con el cuerpo tendido en la cama con todo el color y aspecto del que duerme ; pero aquel era el sueño de la muerte ... Fidel (ésto es fiel) tenía por nombre y más fiel aún para con su Dios y Señor, mereció las divinas prome– sas, en la víspera de su Santo S. Fidel de Sigmaringa, Capu– ,:hino y primer mártir de Propaganda Fide. "Día 24 de Abril, Sábado Santo ... A las siete de la ma– ñana se depositó en el mar el cadáver del difunto Padre; el acto es imponente. El Sr. Capitán y demás oficiales del vapor, asisten a la ceremonia. Acabado el Oficio de sepul– tura, el cadáver se arregla bien en una caja de madera pre– parada para el efecto. "Esta tenía seis rendijas como de un palmo, tres por ca– da lado para el agua y con el peso de seis barras de hierro, que dentro se habían colocado, para irse al fondo sin flotar. El vapor suspende su curso un momento, mientras que cua– tro marineros bajan la caja suspendida sobre unas cuerdas y la depositan sobre el agua en forma de lancha ; entonces sueltan las cuerdas y aquella flota por un momento hasta 24
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