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LOS CAPUCHINOS EN FILIPINAS Un convento y una escuela. Habiendo terminado las obras más importantes de la iglesia, el P. Florencio, aunque andaba mal de dinero, em– pezó la construcción de un convento sencillo de nueva plan– ta, terminando felizmente la obra el año 1937, y luego se dio cuenta de cientos de niños que, vagaban por las calles o acudían a las escuelas del Gobierno, faltos muchos de ellos de instrucción religiosa. Los feligreses tenían una iglesia amplia y cómoda, el párroco su convento, los enfermos su Patronato, los niños deberían tener también su escuela, donde maestros católicos pudieran moldear sus conciencias, preparando así genera– ciones de cristianos instruídos y fervientes, asegurando de ese modo la vida espiritual de la parroquia. Acostumbrado ya a emprender sus obras con poco dine– ro en cartera, empezó la construcción de la escuela parro– quial, situada en el ángulo que forman la iglesia y el con– vento. Las obras se hicieron rápidamente y ya en 1938 se pudo sacar el reconocimiento del Gobierno para poder dar grados oficiales. Además de contar con un hermoso edificio, el co– rrespondiente equipo escolar, y el cuadro de maestros com– petentes, se adaptó un programa de estudios según los pro– gramas escolares del Gobierno. La escuela católica se vio Dos religiosas de la Congregación de St. Paul de Chartres recorrían toda la parroquia visitando enfermos o llevándolos a la farmacia del Patronato; al mismo tiempo se informaban si estaban bautizados, casa– dos... si habían recibido los últimos sacramentos, etc..., manteniendo comunicación continua con el Párroco de Singa'ong para todo lo espiri– tual. Esto, como es natural ,aumentó grandemente el trabajo del ya muy ocupado párroco, pero produjo admirables resultados, especialmente en– tre los pobres. 239

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