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LOS CAPUCHINOS EN FILIPINAS habían manifestado deseos de trasladarse a sus respectivas provincias, a pesar de que el Provincial de Cataluña ha– bíales indicado que vería con mucho gusto el que algunos misioneros se quedaran en Filipinas, corriendo a su cuenta hacer las debidas diligencias en Roma y en sus provincias respectivas. Pero a decir verdad no hubo un solo misionero que siguiera dicha indicación. La anexión a la Provincia de Cataluña había matado en flor sus mejores esperanzas. Oigamos a uno de ellos: "Cuando los misioneros traba– jaban cada vez mejor tanto en las lenguas, como en el mi– nisterio misional, vino el Decreto de Supresión del Distrito Nullius de Madrid y el traspaso de esta misión a la Pro– vincia de Cataluña. Este paso arruinó la moral de los mi- . " s10neros . El 18 de abril de 19n embarcó para España el P. Ba– silio de Guernica, organista de la Casa Central y Director de la Archicofradía de Lourdes; en mayo del mismo año salió el P. Daniel de Arbácegui, ex-Superior de la Misión, con el Hno. Fr. Alejo de Muru-Astrain. El 13 de junio salió el P. Blas de Guernica que, durante más de cuatro años regentó la difícil parroquia de Bigaá, parroquia que, junto con la de Pililla, se abandonó al llegar los PP. Catalanes. El II de julio embarcaron el P. Eusebio de Azpilcueta y el P. Juan Miguel de Leiza con el Hno. Martín de Auza, quedando también abandonada la Residencia de Tabaco con gran sentimiento del pueblo y del Sr. Obispo, como lue– go veremos. El 5 de septiembre salieron los PP. José ae Aranaz (Lezo), Emilio de Miengo y Pedro de Rentería con los Hnos. Fr. Serafín de Lizarza y Miguel de Lecumberri 9 • 9. Con fecha 24 de enero de 1911 dirigió el P. Pedro de Saló una atenta comunicación al Sr. Marqués de Comillas, Presidente de la Com- 213
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