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BIENVENIDO DE ARBEIZA capaces de recitar cientos de versos de la Ilíada y de la Eneida. Observador perspicaz y talento penetrante e incisivo, era un psicólogo insuperable, bastándole unas semanas de con– vivencia para conocer a fondo el carácter y las inclinacio– nes de cada uno. Si grande fue su talento, gigantesco fue su corazón. Sin miedo de quedar desmentido, podría afirmarse que la vida entera del P. Joaquín fueron "corazonadas". Un día publica la prensa la espantosa catástrofe de la voladura del "Cabo Machichaco". Tan pronto se hubo enterado de la miseria y abandono en que quedaban los hijos de las vícti– mas, tomó la maleta y se puso camino de Santander, de donde volvió con una redada de desharrapados, los instaló en el colegio donde tuvieron la oportunidad de hacer sus siete años de estudios, comidos y vestidos a cuenta del P. Llevaneras. Su coeficiente de trabajo era prodigioso por demás. To– das las noches se le podía ver en su despacho hasta la una de la madrugada, sin que ello fuera pretexto para dejar de ser el primero en levantarse, pues a las cuatro aparecía ya de nuevo iluminada su habitación. Era un hombre que re– solvía los problemas incontinenti. Si como hombre de go– bierno pudo tener equivocaciones, jamás abusó de la fuerza de su autoridad. Al socaire de una bondad de aparente blan– dura poseía un carácter irrefragable cuando las circunstan– cias lo exigían. Jamás le oímos levantar la voz sobre el tono normal de la conversación. El P. Llevaneras fue indudablemente un innovador, un revolucionario en el sentido más noble de la palabra. Pero obstinado al mismo tiempo en la conservación de las tradi– cuando lo pasado no encontraba sustituto mejor. P. ROQUE M.ª DE AzcmTIA. Arch. del Col. de Lecároz.

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