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LOS CAPUCHINOS EN FILIPINAS P. Ambrosio de Valencina, vino a ver con sus propios ojos las dificultades materiales y morales de sus misioneros, tan– to en Carolinas como en Filipinas, tratando personalmente con las autoridades eclesiásticas y civiles diversos asuntos concernientes a las misiones, tomando nota de todo; fue entonces cuando su secretario, el P. Valencina, escribió, animado probablemente por él, un hermoso libro de viaje que tiene el encanto y atractivo de una novela misional y que tantas veces han leído y leerán con fruición los jóvenes estudiantes capuchinos 9 • Por entonces preparó una carta al Superior de Ponapé, que contiene un conjunto de nor– mas directivas, u ordenaciones de visita, sumamente pru– dentes y atinadas, para definir claramente las facultades del procurador de Manila en sus relaciones con las misiones de Carolinas y Palaos, corregir algunos abusos de la vida religiosa, especialmente lo que se refiere a la guarda del voto de pobreza, y otros asuntos particulares de la misión, que no son del caso relatar. El Rmo. P. Joaquín de Llevaneras y el P. Alfonso de Morentin. Y a durante los primeros años de su actuación, ganó completamente el corazón del Rmo. P. Llevaneras, hacién– dole éste confidencias sobre muchos asuntos y problemas del Distrito 10 • 9. P. Ambrosio de Val. Mi viaje a Oceanía. 10. Escribiendo el P. Juan de Ansoáin en 29 de abril de 1905 dice así el P. Morentin "Sus cartas (del P. Llevaneras) me desesperan, por– que en ellas me manifiesta un cariño grandísimo y una confianza abso– iuta y una franqueza ilimitada. Confianza y franqueza que no me atre– vo a confiar al papel y sólo podría manifestar de silla a silla". Copiador n. 3, pág. 269. 187
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