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LOS CAPUCHINOS EN FILIPINAS Vuelta a Manila. Dado el Decreto de suspensión temporal que acabamos de citar, no faltaba más que la Obediencia del Superior de la Orden, para volver a Manila. Por fin el M. R. P. Visitador, Daniel de Arbácegui, después de casi dos meses, envió la Obediencia a principios de diciembre 18 • Llegaron a Manila el día 5 de diciembre de 1906, después de haber regentado aquella parroquia algo más de un año (noviembre 1905-diciembre 1906); breve fue su estancia, pe– ro llena, desde un principio, de disgustos y contradicciones, de críticas y calumnias, teniendo como colofón obligado el triste desenlace que acabamos de historiar. La cuestión diplomática de Sariaya. Los Capuchinos habían entrado en Sariaya en virtud del ya citado Decreto, dado por Mons. Barlín, el 31 de octubre. Los caciques, masones y demás elementos hostiles a la Igle– sia, por medio de manifestaciones, firmas de protestas, pe– areas, etc., provocaban continuamente al párroco ; éste, que no se paraba en barras, acudió a la autoridad de la Provin– cia y, al no encontrar la ayuda y protección que quería, envió 18. Cfr. INFORME de la Santa Visita, por el M. R. P. Daniel 'ie Arbácegui, pág. 15. Es de notar que en el referido Informe de visita ,e incluyó copia de todos los documento3 oiiciales referentes a la cuesti0n de Sadaya, para que de todo se enterara el P. General... y añade a continuación: "no crea V. P. Rma. que nosotros hemos sido los únicos religiosos dignos de sufrir u'trajes por el nombre de Jesús, no, pues ha habido otros de otras Ordenes que han sido como nosotros apedreados y expulsados. Hasta los mismos (nativos) no están libres de estas perse– cuciones, pues muchos de ellos han tenido que abandonar sus parroquias". Informe cit., pág. 15. 173
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