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LOS CAPUCHINOS EN FILIPINAS Algo después el P. Román, cuya fama de predicador en tagalog había reunido en derredor de su púlpito grandes muchedumbres, determinó celebrar una misión por todo lo alto, invitando a amigos y enemigos, a todos. ¿Resultado? Se recogieron copiosos frutos en las personas que oyeron los sermones. El Domingo de Resurrección oyeron misa unas setecientas personas y las confesiones y comuniones fueron muchas 5 • Sin embargo la procesión de Semana San– ta se tuvo que suprimir, por negarse las personas particula– res a prestar las carrozas que guardaban en sus casas 6 • Pasaron los meses de abril, mayo y parte de junio sin ningún contratiempo mayor, pero sin pocler atraerse las simpatías y confianza de las autoridades y algunos princi– pales del pueblo. Visita del Gobernador general Mr. I de. El día ro de junio hallábanse reunidos en el pueblo de Sariaya, muchísimos hombres de los barrios y sementeras que vinieron en fuerza de órdenes secretas pasadas por los jefes de la oposición. El Gobernador general había anuncia– do su llegada para las siete y media de la noche. Ya a las tres de aquella tarde empezaron a desfilar por 5. Lo cual demuestra muy a las claras que una buena parte de la población (con seguridad la más sana y respetable) estaba a favor de los Capuchinos. 6. Es costumbre en Filipinas guardar en casa de las camareras I:is carrozas que se usan en las procesiones religiosas. Dichas camareras se encargan de adornar y preparar convenientemente las carrozas, ahorran– do así muchas preocupaciones y trabajo al párroco. Las camareras suelen ser las propietarias de las carrozas. Así que, si, por desgracia, ocurre algún disgusto o desaveniencia entre el párroco y esas familias, corre peligro el párroco de quedarse sin carrozas para la procesión. 165
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