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LOS CAPUCHINOS EN FILIPINAS mán de Vera, y coadjutores los PP. Juan Miguel de Leiza y Pedro de Rentería con el Hno. Fr. Juan Miguel de Be– rroeta. El P. Román y el Hermano salieron de Manila el 16 de noviembre de 1905, llegando a Lucena a casa del Vicario Foráneo el día siguiente. Allí quedó el Hno. con el equipaje. El P. Román entró luego en Tayabas y de allí pasó a Sariaya, a donde llegó a las seis de la tarde, acompañado de D. Ireneo Cabañero vecino de Sariaya. Al poco rato se presentó el párroco filipino, encargado hasta entonces de la parroquia llamado P. Gregario Alma, el cual, visto el nom– bramiento del nuevo párroco, se conformó fácilmente. Aquella misma noche apedrearon furiosamente el con– vento, poniendo además en la puerta un escrito injurioso contra el P. Román y el Sr. Cabañero, que le había acom– pañado el día anterior. A los dos días, dice la crónica, se repitieron las pedreas, y el presidente del pueblo envió un atento comunicado, diciendo claramente y sin rebozo, que en Sariaya no querían cura-fraile. El P. Gregario, que aún seguía allí, le contestó en nombre del P. Román, que si no estaban contentos, apelaran a la Curia de Nueva-Cáceres, donde se había hecho el nombramiento del nuevo Párroco. El pueblo se fue revolviendo, aumentaron cada vez más la animosidad y protestas contra el nuevo párroco, menudea– ron las pedreas al convento, y el P. Román protestó indig– nado ante el presidente, pidiendo su intervención. Todo fue inútil. Los sacristanes, cantores y sirvientes abandona– ron al párroco. El P. Román por otra parte, procurando sacar el mayor partido posible de aquellas difíciles circunstancias, intentó hacer amistades entre los buenos católicos de la población, puso Catecismo para los niños, clases de inglés y empezó a reparar la ig:esia y convento que bien lo necesitaban. 159
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