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LOS CAPUCHINOS EN FILIPINAS legado Apostólico de Filipinas Mons. Guidi, recomendando con mucho interés el nombramiento del P. Barlín para el Epjscopado. Resumiendo y probando cuanto acabamos de decir, va– mos a copiar parte de una carta que el Rmo. P. Llevaneras escribió al Superior de Capuchinos de Manila con fecha 22 de junio de 1903. Dice así: "Siguiendo el dictado de m1 conciencia y mirando por el bien de las misiones de esas islas, he trabajado muchísimo cerca de mi hermano (el Car– denal Vives) y personalmente en el Vaticano a favor de di– cho Señor, a fin de que sea nombrado Obispo de Nueva– Cáceres... he dado "in scriptis" las mejores referencias, que han debido pesar mucho en la Sda. Congregación; porque cuando ya lo consideraba todo perdido, me marché al Vati– cano, a remachar el clavo y reforzar mis informes, etc .... y por fin tuve el consuelo de saber, quizás el primero, que había sido nombrado Administrador Apostólico ... , por de pronto es el primer clérigo filipino ... que ha merecido la con– fianza de la Sede Apostólica... Vengan noticias de ese Señor, de sus cualidades, prestigio y fuerza de voluntad, para lu– char con las circunstancias presentes hasta el martirio. etc., etc., a este fin voy a escribir al Delegado". Consagración del nuevo Obispo. Después de dos años de expectativas y ansiedades, por fin el 27 de noviembre de 1905 fue llamado Mons. Barlín por el nuevo Delegado Mons. Ambrosio Agius para darle carta dirigida también al P. Barlín y escrita dos meses más tarde desde Lecároz, le dice: " ...en el Vaticano me ocupé de Vd. y pude notar bue– nas impresiones respecto a su persona". Confr. Arch. de la Misión. Como se ve por estas cartas, la marcha de sus gestiones en Roma era fran– camente optimista; el gran acontecimiento estaba ya en puertas. 155

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