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LOS CAPUCHINOS EN FILIPINAS Arzobispo, de esta parroquia. Y fue durante ese tiempo, cuando se produjo un espantoso incendio en la población, que redujo a cen:zas un gran número de casas. En medio del mayor alboroto y confusión, pusiéronse al frente de una patrulla de socorro los PP. Francisco de San– tibáñez y Joaquín M.ª de Aldaz, dando órdenes y trabajan– do al mismo tiempo con bravura y decisión en medio de las llamas para poner a salvo objetos y vidas, particularmente los niños, ancianos y enfermos. Casi al mismo tiempo hizo su siniestra aparición el temi– ble cólera morbo, siendo muchísimos los que pedían con urgencia los auxilios de la religión, poniendo así a prueba el temple misional de los Capuchinos. Todo esto hizo que fueran los religiosos muy apreciados y queridos en Tanay. Ese respeto y aprecio se puso de ma– nifiesto, cuando, enterados de que venía el Superior de los Capuchinos P. Morentin a las fiestas del pueblo, se organizó en seguida una manifestación popular, que precedida de una nutrida banda de música, salió a recibirle a la entrada de la población, acompañándole después entre "mabuhays" y aclamaciones hasta el convento parroquial. Gagalañguin. Deseando el Sr. Arzobispo remediar el abandono espiri– tual en que vivía la población de Gagalañguin, arrabal de T onda, suplicó a los PP. Capuchinos se encargaran del ser– vicio espiritual, diciendo misa y predicando, por lo menos todos los domingos en la capilla católica, que desde antiguo existía en aquel lugar. El Arzobispo, por su parte, para demostrar el interés que tenía en tal act:vidad espiritual, asignó una cantidad mínima de 200 pesos anuales, que deberían cobrarse en el Arzobis- 147
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