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BIENVENIDO DE ARBEIZA Parroquia de Bigaá. La vida de los Capuchinos en Bigaá fue siempre muy penosa y mortificada. Ya dijimos antes cómo se habían comprometido a ad– ministrar los últimos sacramentos a los enfermos, aunque vivieran en los barrios más alejados de la población; y, como los feligreses eran muchos, de ahí el continuo viajar por caminos enlodados y a veces fuera de caminos, teniendo que salvar considerables distancias. Al llegar a Bigaá los Capuchinos, sólo había ocho visitas o capillas de barrio, y, gracias a sus gestiones, se pudieron levantar dentro de poco nuevas capillas en casi todos los barrios de tal modo, que, al dejar la parroquia en r9ro, había veintiún capillas, distribuídas por toda la parroquia. Fundaron también una escuela catequística en el popu– loso barrio de Pandi ; explicaban todos los domingos el ca– tecismo en la iglesia parroquial, y, gracias a su celo y acti– vidad pastoral, aumentó grandemente la asistencia a la misa, los casamientos católicos, recepción de sacramentos especial– mente en la hora de la muerte, entierros católicos, etc., etc.; por otra parte, hicieron arreglos de consideración en la amplia iglesia y convento, a pesar de que sus ahorros no daban para mucho. Incendio y cólera en Tanay. Habiendo caído enfermo el párroco filipino de Tanay, los Capuchinos de Pililla se encargaron, a instancias del Sr. por eso permaneció casi en secreto tanto para los filipinos como para los españoles. Cfr. The Philippine Islands por W. C. FORBF:s. Harvard Uni– versity Press, 1945, págs. 296 y sigs. 146
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