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LOS CAPUCHINOS EN FILIPINAS Escuela católica. El P. Mariano Mercado, párroco de Tabaco, pareció asus– tarse un poco con la ida de los Capuchinos a la capilla de Panal, situada a un kilómetro de su parroquia (temiendo que la gente fuera tras ellos sin duda y con la gente, parte de sus entradas pecuniarias); así que, con toda insistencia, tanto en la visita que hizo a Manila, como hablando allí con los Padres, les animaba a levantar cuanto antes, un colegio de segunda enseñanza, el cual sería a ojos cerrados un éxito sin precedentes. Es lo cierto que se pidió a Roma licencia, o mejor dicho, consejo sobre el tan traído y llevado colegio, y con fecha 17 de junio llegó la siguiente contestación (pasando por el Rmo. P. Llevaneras): "se confirma en virtud de las presentes la fundación de Tabaco, y para mayor utilidad de ella decreta– mos lo siguiente: r.º Que el fin único y exclusivo de ésta y otras fundaciones de Filipinas sea el apostolado misional, así que ni la casa de Tabaco ni ninguna otra, podrán erigir colegio, ni encargarse de la dirección a fin de que no se aparten del ministerio apostólico. Sin embargo, ya que pue– de ayudar mucho a la catequesis una escuela primaria, da– mos autorización para que se pueda erigir dicha escuela "ser– vatis servandis" 6 • En buena hora vino esta contestación, para saber res– ponder debidamente al inquieto P. Mercado. Abandonando pues la idea del proyectado colegio, se hi– cieron los debidos preparativos para abrir una modesta es- 6. Muchos de los niños no sabían español y otros lo sabían a me– dias, aumentando esto la dificultad de la enseñanza. Las clases empe– zaban el mes de junio para terminar en el mes de marzo del año si– guiente. 139

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