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BIENVENIDO DE ARBEIZ.4 movimiento de una manera o de otra a esos pobres jóvenes, utilizando las cualidades de cada uno, pues tiene para todo. Ya comprenderá que no hemos de pasar toda la vida en proyectos. Manos a la obra y a ver si conviene o hay med:o de establecer un centro en algunos puntos principales, donde haya seguridad personal; con el valimiento de los Prelados trabajar en los mismos y desde allí hacer correrías apostó– licas inspirándose en la Const. Apostólica que da la pauta para establecernos 3 • "Perdone la confianza con que le hablo, ante el temor de que se pierdan esos jóvenes, por no utilizar sus aptitudes y sus fuerzas oportunamente". Hasta aquí la carta del M. Rdo. Padre Llevaneras. "Y cuando yo veía el cielo abierto, continúa el P. Moren– tin, con lo de la resolución de Tabaco, me dice Vd. en la suya que no piensa resolver nada, hasta saber en definitiva mi situación .Por Dios, mi querido Padre, tenga compa– sión de mí. .. Espero que el telégrafo me traerá alguna buena nueva". En efecto a los pocos días, 29 de diciembre de 1904 se recibió en Manila el tan esperado telegrama diciendo : "Arreglada y legalizada cesión Tabaco. Avisaré. Barlín". El P. Morentin, en medio de sus penas y amarguras, 3. Ya antes hemos dicho algo sobre los inconvenientes que tenía el establecer residencias en Filipinas. Téngase en cuenta en primer lugar la multiplicidad de dialectos... No se pierda de vista que, para predicar aceptablemente en un dialecto, hay que dedicarse a su estudio durante varios años, y difícilmente podrá ser uno buen orador en dos dialectos Muchos no podrán serlo ni siquiera en uno. Además no se olvide que la residencia, sin cura de almas, a duras penas podrá mantenerse eco– nómicamente, sintiendo de continuo las rencillas de los curas y la falta de libertad para obrar. Una parroquia, por mediana que sea, es pre– ferible a una residencia. Los Padres de la misión se convencieron cada vez más de ello. 136
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