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LOS CAPUCHINOS EN FILIPINAS no) a proponer que nuestra Orden se encargara de la misión que ellos tenían en Surigao, la cual se veían precisados a dejar, no por ser mala, sino por falta de personal". Dieron informes muy favorables sobre el estado econó– mico y espiritual de las distintas parroquias, haciendo al mismo tiempo ver que era necesario tomar inmediatamente una determinación, pues ellos estaban ya para abandonarlas. El Superior de Capuchinos se dio pronto cuenta de las dificultades y gravedad del problema; y en vez de dar una contestación inmediata como ellos querían, les dijo que tu– vieran un poco de paciencia, pues él necesitaba estud:ar con detenimiento el asunto. En efecto, llamó a consulta a todos los Padres exponién– doles claramente la proposición del Superior de Benedicti– nos, y todos fueron de parecer que se pusiera todo en cono– cimiento del P. General, aguardando su fallo y decisión, como en efecto se hizo. Contestó el Rmo. P. General por telegrama al Sr. De– legado Apostólico, oraenando que fueran a enterarse del estado de dichas parroquias dos Padres del Convento de Manila ; y, una vez preparado su informe, lo enviaran a Roma. Salieron pues el día 20 de mayo para Surigao los PP. Mariano de Olot y Leoncio de Santibáñez, durando su viaje hasta el I8 de junio. Durante ese tiempo recorrieron uno por uno los pueblos de Gigaguit, Tanganaan, Cantilán, Dinagat, Tandag, Nu– mancia, etc., etc. tan recomendado que ponga a los religiosos en lugares donde haya se– guridad personal. Y después de las barbaridades que han cometido los ladrones, según hemos leído en los periódicos, temo que maltraten a mis religiosos, tanto más cuanto que son los únicos blancos que hay en aque– lla región...". Carta de 6 de febrero de 1905. 131

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