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LOS CAPUCHINOS EN FILIPINAS les; y ni siquiera algunos de sus antiguos amigos hicieron acto de presencia. Por otra parte, las entradas parroquiales eran cada vez más reducidas. Estaba prohibida por el presidente la bendi– ción de los cadáveres en la iglesia ... Cuando había algún ca– samiento los sacristanes se llevaban la mitad del dinero, y, como las intenciones de misas escaseaban cada vez más, el P. Mariano vióse obligado a acudir al P. Angel Ylagan, re– sidente en Lipa, quien como de costumbre los socorrió gene– rosamente. Durante el mes de enero, mejoró grandemente la cues– tión económica, y poco a poco se arreglaron muchas cosas. El P. Mariano, apenas tuvo ahorrados algunos pesos, co– menzó a soñar en edificar un colegio, estableció el Centro Católico y removió grandemente el sentimiento religioso de la población. También preparó la celebración de un mitin popular para protestar contra la prohibición de llevar los cadáveres a la iglesia, calificando dicha medida de anticris– tiana, inoportuna y contraria a las loables costumbres de los filipinos. Los ladrones ... un telegrama urgente. Era a principios del mes de febrero de 1905, cuando co– rrió la voz de alarma : "los ladrones están cerca". En efecto uno de aquellos días habían pasado zoo hombres armados por uno de aquellos barrios; en Tiaong, según noticias, ha– bían cometidos robos escandalosos, y una partida de cien tenía al pueblo de Candelaria dominado por el terror. Las provincias de Cavite y Batangas estaban bajo la ley mar– dal. La primera decisión de los Padres fue la de seguir en el Convento y estar a lo que viniera. Mas luego, influencia- 129

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