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BIENVENIDO DE ARBEIZA Bolboc (la gente buena) había sentido grandemente la salida <le los Capuchinos. Entusiasmado quedó el Sr. Arzobispo, al oír tal noticia, y, sin pérdida de tiempo, comunicó de nuevo al Superior, no ya la conveniencia, sino la necesidad de que volvieran allí los Capuchinos, pues él estaba convencido de que los vecinos del pueblo estaban a favor de los religiosos, y que las perso– nas de mala voluntad no pasaban de media docena. El P. Superior, por su parte, indicó al Sr. Arzobispo la repugnancia que sentía en volver a una parroquia ya aban– donada; sin embargo, por complacer al Prelado, nombró a los religiosos que deberían ir cuanto antes a Bolboc. Fue nombrado párroco el P. Mariano de Olot con el P. Blas de Guernica de Coadjutor y el Hno. Fr. Gabriel de Lizarza. El Sr. Arzobispo les dio cien pesos para el viaje, indi– cándoles de paso, que iban a San Juan de Bolboc, para de– jar bien sentado el principio de autoridad y para no dejar salir con la suya a los enemigos de nuestr·a religión. Ademas añadió ,que procuraría buscar pronto una parroquia mejor para los Capuchinos. Salieron de Manila el IS de diciembre de I904. A pesar de estar ya cerca las fiestas de Navidad, su re– cepción fue bastante fría en el pueblo. Durante las Navida– des fueron muy pocas las personas que vinieron a saludar- Así que muchas veces no se apdrea al cura por ser malo, sino por es– tar mal con alguna familia. Oí contar de un cura lo siguiente: durante varias noches apedrearon su convento sin saber él la causa. Acudió al presidente, al jefe de policía, y las pedreas seguían cada vez con más furia. Entonces él, usando cautela contra cautela, y sospechando que el presidente estaba metido en el asunto, llamó a varias personas de ~u confianza, proponiéndoles que al comenzar la pedrea al convento, es– tuvieran preparadas para apredrear la presidencia municipal. En efecto, así se hizo. Y... santo remedio; ya no hubo más pedreas. 128
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