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LOS CAPUCHINOS EN FILIPIN.4.S Además, el americano, que encontramos en un pueblo in– termedio, nos aconsejó que desistiéramos de nuestro inten– to, porque allí no había más que minas de iglesia y con– vento. "Volvimos pues a Rosales y de allí a Manila. Cuando dimos cuenta al Arzobispo, parece que lo sintió, pero jamás habló de nuevo de dicha parroquia" 5 • Desconsolado debió quedar el P. Alfonso al oir de labios de los expedicionarios noticias tan tristes y desagradables. Lo que él se había figurado algo así como una tierra de promisión, resultaba ahora sitio de desolación y de minas. San Jitan de Bolboc. Entre las muchas parroquias de la Archidiócesis de Ma– nila, abandonadas después de la revolución por falta de clero, estaba la antigua parroquia de San Juan del Bolboc, pueblo situado en el extremo sur de Batangas, inmediato a la desembocadura del río Grande, el cual separa dicha pro– vincia de la de Tayabas. El Sr. Arzobispo, que quería vernos trabajando en su Archidiócesis, rogó al P. Superior mandara a dicho pueblo dos Padres para una temporada, a fin de atender a las ne– cesidades espirituales de la población, y al mismo tiempo para practicar el tagalog. Según la proposición del Sr. Arzobispo no se compro– metían a nada, hasta ver por sí mismos, si era o no con– veniente regentar la parroquia. 5. Apunt. del P. Román, pág. 2. Arch. de la Misión. 123
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