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BIENVENIDO DE ARBEIZA La cromca de la Misión nada indica en concreto, con– tentándose con decir: "Día 16 de mayo, lunes: El P. Ro– mán y P. Juan (que entonces era el cronista oficial) sali– mos en el tren de Dagupan, para ver algunos pueblos de Pangasinátn. Bajamos en Bautista, hospedándonos en casa de Francisco González. Al día siguiente, acompañados de Gómez, salimos para Rosales, pasando por Alcalá y Sto. Tomás a pie dos horas y dos en carretón. Nos hospedamos en casa del Constabulario, donde se hallaba el P. Lázaro; y enterados del estado de aquellos pueblos, volvimos el mis– mo día a Bautista en carromato. Llegamos al día siguiente a Manila a las 2 de la tarde, el día de S. Félix" 3 . Como se ve, poco en concreto podemos sacar de la lec– tura de esta crónica, a pesar de que la escribió el P. Juan uno de los expedicionarios. El P. Román, en sus apuntes es más claro cuando dice: "Quiso el Sr. Arzobispo que tomá– semos la PARROQUIA DE SAN QUINTIN (Pangasinán) ; y para eso fuímos nombrados el P. Juan de Ansoain y un servidor. Antes de partir quisimos hablar con el P. Maroto, franciscano, que regentaba aquella parroquia el año 1898; él era amigo nuestro y con él nos encontrábamos en todas las misas cantadas de los conventos 4 • "El día señalado tomamos el tren y llegamos a Rosales donde nos recibió muy bien el Sr. González ... San Quintín estaba a la vista, aunque muy lejos. Los animales que nos llevaban en una carreta con toldo se fatigaron y sofocaron. 3. Crónica de la Misión, pág. 82. 4. Fue costumbre durante muchísimos años en Manila acudir a las solemnidades religiosas de cada convento los sacerdotes de las demás Ordenes, ayudándose mutuamente en el canto de misas y funciones. Los Capuchinos salidos de Lecároz, que hacía poco habían llegado a estas islas, llamaron poderosamente la atención por su esmerada cultura mu– sical. 122 <
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