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LOS CAPUCHINOS EN FILIPINAS tender que se la quite a uno, para dárnosla a nosotros. Pem a V. E. no faltarán medios para darnos lo que deseamos sin agravio de nadie" 1 • No sabemos cuál fue la respuesta del bondadoso Mons. Harty a esta carta. Pero creemos que tuvo muy buena aco– gida como claramente se deduce de lo que a los pocos días escribió el P. Morentín a uno de sus mejores amigos de Sor– sogón, el P. Pío Imperial residente en Cebú ; dice así: "Dios dispone todo muy bien y veo que ha sido providencial todo lo ocurrido en Sorsogón. Antes de veinte días tal vez ten– gamos a nuestro cuidado más de 25.000 almas con buen con– vento e iglesia. El Sr. Arzobispo, después de deplorar lo ocurrido, casi se alegra de las consecuencias, pues quiere valerse de nos– otros para muchas cosas 2 • Por Pangasinán. ¿Dónde estaban esas 25.000 almas de que habla el P. Morentin? Creemos que se refería a la parroquia de San Quintín (Pangasinán). l. Copiador n. 0 2, págs. 426 y sgts. Dicho Sr. Arzobispo era el Excmo. Mons. Jeremías Harty americano del clero secular, que gobernó la Archidiócesis de Manila de 1903 a 1916. Luego de llegar a Filipinas se dio cuenta de la importancia o mejor necesidad absoluta de poseer la lengua española, y para aprenderla, tomó como profesor a nuestro P. Román de Vera. Todos los días iba el P. Román al palacio arzobispal a tomar la lección de su ilustre discípulo; y conste, en honor de la ver– dad, que el Sr. Arzobispo, a pesar de las graves incumbencias de su nuevo y delicado cargo, ni un solo día dejó de preparar su lección de gramática española. A veces salían de paseo por los alrededores de Ma– nila y, durante la temporada veraniega, subía el P. Román con el señor Arzobispo a las frescas alturas de Baguio. Durante la visita pastoral le acompañaba por las parroquias haciendo de intérpretes, traduciendo al talagog o al español las advertencias y sermones del Sr. Arzobispo. 2. Copiador libro 2. 0 , pág. 476. 121

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