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BIENVENIDO DE ARBEIZA je. Llegamos a Cebú a las ro de la mañana. Presentamos al Sr. Obispo nuestros respetos; y habiéndole dado cuenta de nuestra expedición, quedó complacido de ella. "Prometímosle volver más tarde a la nueva misión y determinamos volver a Manila 13 • "Una semana permanecimos en Cebú en espera de va– por, y el día 27 salimos, llegando con felicidad a Manila el 29 de agosto. Con esto quedó felizmente terminada nuestra expedición". Inútil es decir que tanto el P. Morentin como los demás religiosos de la misión aguardaban impacientes el resultado de los expedicionarios; y no era para menos, pues de su informe dependía en gran parte el futuro programa de la misión. Durante el viaje de inspección, el P. Blas había es– r;rito ya al P. Superior dándole cuenta de algunas cosas im– portantes; y su carta, al parecer, estaba colmada de opti– mismos y esperanzas, pues al contestarle el Superior, le dice: "El día uno del corriente (agosto) recibí su grata del 20 del pasado, y para mí y para todos los religiosos de ésta ha sido de mucha alegría su lectura". Pero esa alegría de la Comunidad y aquellos optimismos y esperanzas, quedaron desvanecidos con la llegada de los expedicionarios, al faci– litar al Superior sus informes nada optimistas. Ante la triste visión de la realidad, el P. Superior, tomó 13. Esta promesa que los expedicionarios hicieron al Sr. Obispo fue un simple escaparse por la tangente, pues estaban casi seguros de lo difícil que era volver a Siquijor, una vez que las autoridades y parte del pueblo habían comenzado a maquinar contra los frailes. Ya estando en la isla, temieron algo de sus enemigos, quienes sólo quedaron tran– quilos, cuando dijeron los reiigiosos que no iban a quedarse allí, sino que sólo se habían propuesto inspeccionar la isla. Luego veremos cómo fue un motivo de esperanza para el Sr. Obispo la queja que inmediatamente elevó el Gobernador General de Filipinas Sr. Wright, contra el Gobernador Provincial, Sr. Ramón Larena. 112