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CAPÍTULO V El Beato Diego como poeta. Como N.S. P. S. Francisco, el poeta de la natu– raleza y místico ruiseñor de la Umbría, nuestro Bea– to Diego rindió también tributo a la forma poética, aliento de las c1lmas grandes y de los corazones de– licados. Aficionado a ella desde niño, malogró el tiempo , en que estudi ó filosofía, haciendo versos, se distrajo bastante en su perfeccionamiento espiritual, y cuando salió de aquel período de tibieza, quemó todas sus composiciones, que lo habían tenido apri– sionado en un ensueño de gloria humana. Mas el fue– go de la inspiración no se apagó nunca en su alma, y aunque raras Yeces, y sólo como complemento de su ministerio, escribió poesía!:, su obra poética merece un estudi o aparte, por revelarnos uno de los aspec– tos más simpáticos de la personalidad literaria del gran Apóstol. El período en que él se formó literariamente– medi ados del sig lo XVIII- era el menos apropós ito para la formación de un poeta. O lvidada nuestra obra literaria del siglo de oro por el seudo-clasicis– mo francés, la poesía toda tiende al prosaismo, lo cual debe ser tenido muy en cuenta para juzgar al Beato Diego. Como dice Salcedo en su hermosa obra «La Literatura Espaiiola »: <Más o menos, y si no en una ocasión en otra, todos los poetas y literatos del
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