BCCCAP000000000000000000000178

-83- siguieras de Dios (a mi costa, no a la tuya, porque no me quede yo riendo) que yo sea tan suyo, wmo me parece lo quiere, me lo pide y me lo hace cono– cer desde luego que se dignó llamarme a la Religión. Mientras no hagas esto, eres una mezquina y más ruin que un gallego. No te quiero, mientras no hagas conmigo esta transformación santa. No andes con excusas ni con paños calientes, ni con buenas palabras: obras son la s que si rven y las que necesito. Tal estoy, que quizá no te volveré a escribir, mien– tras no me alcances lo que pido. Si eres pecadora, hazte cargo que ni tus méritos se piden ni eres tú la que lo has de dar , porque uno y otro lo hace Nues– tro Señor Jesucristo. Con que dejémonos de excu– sas y manos a la obra; de lo contrario me enojo con– tigo y no me has de ver la gracia. Allá va ese Se– ñor, para que sea el empeño con mi hermana. El Se– ñor te lo pide para que se lo pidas . Ahora veré yo lo que vale en tu estimación esta hermosísima her– mosura de los cielos. Manda lo que quieras, hermana mía, y encomen – démonos a Nuestro Señor, a quien ruego te guarde muchos años en su santo amor y gracia. Tu siempre afmo. hermano y siervo en N. Señor Jesucristo. Fi{ . DIEGO JOSÉ DE CÁDIZ. » El Beato Diego se encontró con algo más de lo que esperaba . Sor María Gertrudis conocía todo lo que pasaba en el interior del Beato Diego José de Cádiz, el alcance de lo que pedía, y que había un exceso de humildad en e l fondo de esta petición, como se verá por esta celestial y delicadísima carta:

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz