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- 79 - Dame el consuelo de tratarme como te trato, si Dios se agrada en ello; si no, no. Manda lo que quieras, y pidele por mí, segura que siempre le ruego te llene de su divino amor y gracia y te guarde en ella los muchos años que ape– tece este tu pobre fraile y hermano, que más en Dios te ama y tu bien desea FR . Dil:.GO JOSÉ DE CÁDIZ. Ya ves, hermana, que no puedo franquearte más mi corazón. Débate ya por caridad igual correspon– dencia, si a Dios no le desagrada. » Ruego a mis lectores que no se extrañen de esta santa confianza. Así deben tratarse los ángeles en el cielo. Aun estamos a la mitad del camino, y nos quedan cartas asombrosas. Quisiéramos tener espa– cio suficiente para ins ertarl as todas, impregnadas como están de esa santa confianza e ingenuidad de un alma pura e inocente. Cuando se pueda editar toda la correspondenci a o epistolario completo del Beato Diego, alli podrán saborearse las cartas ce– lestiales de esta Sierva de Dios , que tanto esclare– cen la vida de nuestro Apóstol. Estableci da ya esta santa confianza, le escribe Sor María Gertrudis al Beato Diego esta carta deli– ciosa y a la vez histórica. Hasta ahora permanecía entre sombras el por qué del retiro de Casares. He– mos exhumado la carta del M. R. P. Francisco José de Cádiz al señor Arzobispo de Sevilla , D. Alonso Marcos y Llanes ; ahora le toca su vez a la de Sor Gertrudis. El S iervo de Dios se cree retirado ror disposición divina del ministerio, incapaz e inhábil para desempeñarlo, y hasta teme que se le retiren las gracias gratis datas por su mala correspon– dencia.

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