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- 78 - sima, y conocida la necesidad que tengo de cumplir– la; pero soy tan desagradable a Dios, que no merez– co ser oído, cuando le pido aleje de mí todo lo que le desagrade, aunque sea matándome mil veces.. Conozco que es tanta mi miseria, que nada pue– do hacer, y que para mi remedio e:, necesario em– peñe Su Majestad su poder; y por esto ando buscan– do siempre gente que me consiga mi conversión y reforma. Y cierto , hermana mía, que si usted me lo– consiguiese, había de ser la reina. HBga usted algo, y verá el gallo que nos canta, segura que, como cante y yo lo pill e, será para usted– la mejor presa. Si no, he de decir es usted más ruin que es te mal fraile , y nos han de oir los sordos. Ya estará usted chascando contra mí porque he mudado de estilo en su trato . Nome dacuidadode eso, porq ue a usted no se le da de que yo sienta no me dé el que, siendo Dios infinitamen te mayor, le damos todos en el Padre nuestro. Si por ser yo sacerdote me qui ere tratar así, le diré yo lo que el Sumo Pon– tífice decía a la Madre S anta Clara, cuando se po– nía en pie para reci birla y saludarl a: « Yo soy Vica– ri o de Cristo, y tú eres su esposa. » Hermana mia, si he de seguir este ejemplo, le da-– ré a usted mayor tratamiento que este , porque, sien– do yo mi nistro del Señor, usted , por tsposa suya, es mi señora, mi madre, mi reina y otras muchas cosas. Con todo, yo no quiero enojar a usted, ni que me tenga por pesado. Si fuera del agrado de Dios lo que· en esto apetezco, Su Majestad me lo concederá , aunque usted no quiera. Yo me empeñaré eon mi Madre y vendrá hacia acá un tú más que de paso.. ¿No es esta una guapeza? Basta de esto , y vamos a· otra cosa en el común estilo , porque Padre lo man-– da, que si no...

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