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-f2- lo se halla desnuda. Le han comprado una poca de ropa, que ha importado 120 reales. Es del arzobis– pado de Sevilla, y vive en Jerez. Si mi Tesorero tiene algo para esta infeliz, sin perjuicio de las más acreedoras, puede darlo a D. Adolfo Almongue– ra, y avisármelo. ¿Qué tal? ¿No soy generoso con lo ajeno? Pero siendo uno con usted ¿qué tendremos que no sea de Dios y de entrambos? Estas señoras y D. Pedro mil expresiones para todos. No puedo más. Mande usted cuanto guste a su capuchino, cuyo corazón es todo suyo en Nuestro. Señor Jesucristo y S. M. B. f¡c DIEGO JOSÉ DE CADIZ. ¿Hay algo más santamente delicioso que estas cartas? ¿No es este un Beato Diego nuevo, más hu– mano y más cerca de nosotros, que nos hace amable y simpática la virtud? ¡Cuán hermosa es la amistad , cuando va acompañada con su mejor amiga, la san– tidad! D. Manuel Benjumea.-Como D. Cayetano era su Tesorero , D. Manuel Benjumea , acaudalado co– merciante de Sevilla, era sus pies y sus manos. Los encargos, negocios, impresiones de sus libros, reco– mendaciones y cuanto necesitaba, corrían a cargo de su diligente compadre, con el que le unió una inque– brantable amistad. Su larga correspond€llcia a don Manuel Benjumea abarca toda su vida, durante la cual acudió solicito a todas sus necesidades, pagán– dole el Beato con un milagro estupendo, o mejor, con una serie de milagros y predicciones, y, sobre todo, dándole la seguridad de que ninguno de su numero– sa familia moriría del cólera. El Beato le anunció proféticamente a D . Manue l el nacimiento de cada uno de sus hijos, y les puso también nombre antes de

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