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-70 - t J. M. y J. Ronda, 28 de julio de 1795. Sr. D. Cayetano Carrascal y Delgado: Mi venerado señor y amadísimo Tesorero mío: Su carta de usted del 22 la he recibido como todas, con el mayor aprecio, porque ellas dilatan m: cora zón, me consuelan, me vivifican, me prestan deseos de trabajar, de ser bueno, de querer a Dios y a us– ted, de ... ¡qué sé yo qué más! ¿Si será esto vivir usted tanto en mí que sin usted no viva yo? ¿O si será el conglutinata est animajonaiae etc? ¡Vaya, que parece que est9y caucando! No será mucho, porque 64 sobre 52 cumplidos hacen una fecha más que re– gular para que caúque un viejo de tan mala cabeza como yo. Pero, sea lo que fuere, lo cierto es que sus cartas de usted suavizan las muchas espinas que traen comunmente las demás. Sea Dios glorificado. Yo le escribo pocas, para que no pierdan las espinas su virtud, o me haga yo insensible a sus efectos, que, como son medicinales, los causan grandes en el alma, ya de dolor, ya de desengaño, ya de conoci– miento propio, ya de paciencia, ya de humildad, de amor a la eternidad etc. Dejémoslas venir, porque es mucho el bien que nos resulta. Estamos muy atrasados, porque tamquam aurum in /ornace probavit electos Dominas, y, aunque no hemos llegado a tanta dicha, es preciso confesar que somos un par de maulas, muy a propósito para ejercitar la paciencia de Dios y hacer visibles su bondad y su misericordia. Como hablo de corazón a corazón , no me detengo

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