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CAPÍTULO IV Amigos del Beato Diego El estudio de la correspondencia del gran Após– tol, que ha ido apareciendo en estos últimos años, nos pone de manifiesto un Beato Diego enteramente nuevo. No es la santidad severa y adusta, que a pri– mera vista aparece, sino que su figura es la de un santo andaluz, graciosísimo, simpático, tierno y ama– ble. Compréndese ahora la simpatía que despertaba aquel corazón verdaderamente seráfico, y la fascina– ción que ejerció en cuantos tuvieron la dicha de tra– tarle. En la serie de cartas que vamos a trasladar aquí, pues en rigor reclaman capítulo aparte, hemos de huir, tanto del extremo de juzgarlo huraño, como de creerlo poco serio. El Beato Diego era la formalidad y la urbanidad personificadas. Sus ocurrencias son intimidades de amigo en el seno de la confianza, y dictadas las más de las veces por la humildad y la caridad. El P. Francisco de Asís González. - Asi se comprueba en la correspondencia con el P. Francisco de Asís González, Religioso Dominico. Es este su confidente y amigo, el censor y corrector de sus obras, el que le explica con luz sobrenatural las vi– siones que tiene, el que lo alienta y an ima en sus grandes tribulaciones, el que resuelve sus dudas y le
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