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-58- Encomendémonos a Nuestro Señor, a quien rue– go que a ust ed manteg a en su amor y g racia, como lo desea su a fmo. hermano y siervo en nuestro Se– ñor Jesucri sto. fH. D1EGO J nsE DE CA01z. Consulta de! P. Saucellas.-Mucho más admi– rab le que e n esta carta, se muestra el Beato Diego en la consulta del P. S aucellas. Este Padre Bautista de Saucell 1:1s y el P. Fnrncisco de S an ta María diri– gieron a una señora , a la que creían santa, y ante los fenómenos que presencia ban se resol vieron a con– sultar al Beato Diego. Cual quiera que no fuese éste, al leer la carta de los dos P ad res, la hubiera dado por santa. El fino entendimiento de Fr. Diego des– cubrió el engaño, y les contestó con una carta que los debió dejar helados . Sostiene e l Beato que están equi vocados y la mujer engañada por el diablo. Reba– te sus proposiciones por erróneas, niega sus vi rtudes que son falsas, echa por tierra sus hablas interiores, sus profecías, etc.,y despu és de expresarles la com– pasión que les tiene por verlos en tales despeñade– ros, les di ce que muden de dictamen no vayan a ser víctimas de sus engaños y den en un escollo de l que no puedan hu ir. Los referidos P adres insistieron, cre– yendo equivocado al Beato, e l cua l secundó con otra aun má!-:i ené rgica , en la que acaba de pul verizar las razones de la ilL1sa . Asombra el discernimiento de espíritus, el domin io de la mística y la fuerza dia– lécti ca del Beato Diego. Su mucha extensión nos im• pide insertar aquí estas dos cartas, monumento de la ciencia místi ca de este gran Director, que pueden leerse al fin a l de las «Cartas de conciencia» . (1) (1) Apéndice. Pág;s. 567 a !a 579.
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