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- 55 - que tal vez no creerás, porque no conoces lo mucho que en Dios amo tu alma, como que eres mi hija y en Dios te he engendrado para jesucristo. ¡El te lle– ne de bendiciones y te haga lo que quiero que seas: muy buena y muy santa! A mi Señora Montefuer– te respondo en es te correo. Da mis expresiones a N. M. Priora, M. Maestra, y que cuidado con el pe– dacito de mi corazón que le encargué, cuando te puse a su cargo: a todas mis amadas hermanas y a la Ma– dre S. José. Adios, amada hija mía, que no puedo más. Adios, adios, que te guarde nuestro Señor en su santo amor y gracia, como se lo pide este tu padre que más en el Señor te ama FR. D1EGn J OSÉ 01, CArnz.» Estas dos cartas retratan al Beato Diego. Cora– zón de Jesús es una de las grandes amigas y afortu– nadas hijas del gran Apóstol. Familia, a~ectos, ri– quezas, posición social, comod idades, todo lo sacri– fica por Jesucr isto; el demonio la persigue y la com– bate para hacerla volver atrás; y como si esto fuera poco, la tribulación y las enfermedades labran su her– mosa alma, Por esto el Beato la trata con ese cariño y ternura que resp1ra toda su correspondencia, tan humana y a la vez tan divina. Vinieron a reunirse en el mismo convento S0r Dolores Tous del Espíritu Santo, sobrina de la Madre Corazón de.Jesús e hija de la Marquesa de Tau:-, a quienes profesaba el Sier– vo de Dios grandísimo ca riño, y otra sobrina del mis – mo Beato Diego, Sor María de las Nieves Caamaño . A cada una de ellas escri bió nuestro Apóstol el epi– talamio de su profes ión, y miró a este convento siem · con especial predi lección y cariño. Corazón de Jesús

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