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-484 - grandes Concilios toledanos bastarían por sí solos para dar a España nobilísimo lugar entre las naciones beneméritas de la Iglesia. Y hoy confirma estas lumi · nasas tradiciones de nación verdaderamente católica con esta nueva y esplendidisima prueba de su fe. Recapacitando estas cosas, producen grave dolor en nuestro ánimo paternal los estragos no leves que a vuestra grandeza nacional causaron las con– mociones políticas y sociales, que desde hace cerca de un siglo afligieron y afligen a vuestra patria, no menos que a los demás pueblos, arrastrándolos a su decadencia y ruina. Recordad, hijos queridísimos, que la grandeza de España estuvo siempre unida a la fe sacrosanta de vuestros mayores, y más bien en ella principalmente se engendró. Para restaurarla , pues, y preservarla del completo exterminio, no hay medio más cierto ni más eficaz que volver del todo a los principios que la religión enseña y a las prácticas que prescribe. Y al ver con placer los comienzos de este retorno, nuestras solicitudes se aplicaron sin cesar a promoverlo y acelerarlo. Con nuestras Encí– clicas hemos llamado a los pueblos a la observancia del Evangelio; hemos señalado a las clases trabaja– dorns las doctrinas del cristianismo, como remedio poderoso para aliviar sus sufrimientos , y recordán– dolE.s que la Iglesia es madre solícita de su bienestar y abriendo los corazones a la esperanza de encontrar en ella fortísimo apoyo, hemos emprendido el camino verdadero para asegurar la incolumid ·1d del órgano social, hoy tan amenazado. Vosotros, hijos amadisimos , bien lo habéis com– prendido , y nos es grato admirar en esta grandiosa demostración la expresión de vuestro pensamiento y del vehemente deseo de nuestro corazón de ver unidas todas las clases bajo el amparo de la caridad cristiana, que es «vínculo de perfección ».

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