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- 478- de S. Pedro era verdaderamente magnifico. Sobre la cátedra de San Pedro y la gloria de Bernini apare· ceria un transparente con la gloria del Beato Diego, pintada por Monti, rodeado par tres ·colosales elip– ses de bombillas eléctricas de colores, que le daban fantástico aspecto. En otros dos grandes cuadros a los lados, con airosos pabellones de terciopelo, fes • toneados de oro, se represent aban los dos milagros: el del sudor de sangre de los huesos secos y el de lrz curación de Sor Adelaida, con dos inscrip• ciones latin::is respectivamente que decían: · ERUTA A SEPULCHRO ARILJA BEATI UIDACI OSSA ANNO 1867 SEX SUPRA SF.XAGINTA AB EJUSDEM OBI– TU ELAPSIS , MIRABILI PRODIGIO TE:-.UERUNT SPEC· TANTES: -SANGUIS EX EIS EFFLUXIT ET SANGUINE SUPPOSI Tr\ LINTEA MADUERUNT . ADELAIDEM QUIROZ HERRERA EX HISPALENSI CON• GREGATl ()NE SORORUM A CHARITATE TETERRIMA PHTHISIS A BSUMPSERAT, DEPOSUERUNT MEDENTES, JANUAM M<1i,S AFFLABAT, ADFUIT INVOCATUS B. DI· DACUS, RE VIRUIT EXTEMPLO SALUS, AlJELAIS SUR· GIT INCOLUMIS. Unas cien arañas completaban la decoración del ábside. Riquísimas colgaduras de seda carmesí, festo– neada~ de oro, revestían el grandioso templo, y más de 400 arañas iluminaban el interior de la Basílica, que por todas partes presentaba un aspecto deslum– brador y parecía un ascua de oro. A las nueve de la mañana del 22 de abril, día señalado para la beatificación, más de 50.000 perso– nas llenaban la basílica de S. Pedro. En estas oca– siones es cuando se aprecia la grandiosidad del pri· mer templo de la cristiandad y la magnitud del tri un-

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