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-471 - manera levantada vióse manifiesta aquella fucundi– dad de insignes hechos, tan útiles aun para el bien común de la sociedad, que como singular mérito de la Iglesia Católica, aun los enemigos de la Religión a pesar suyo admiran. Pues ilustrado con divina luz, negándose del todo a sí mismo y despreciando lo terreno, sobre todas las cosas puso en su corazón buscar lo que es de Jesucristo, principalmente con su encendida caridad hacia Dios y hacia los prójimos. Esto maravillosamente lo cumplió en España, que recorrió casi toda entera, enseñando con el ejemplo y con la palabra la divin a doctrina, hasta su muerte, que ocurrió en 1801, a los 58 de su edad. En el cual ministerio, por sus altísimas virtudes y aventajado celo en buscar almas para Dios, de tul suerte llevó tras sí los ojos de todos, que con frecu encia era con· l'iderado como otro Pabl o. Pero creciendo con el t iempo la fama de su san· tidad, particulamente por los celestiales prodigios -con que se refería haberla Dios confirmado, comen · zóse a tratar en la S . Congregac ión de .Ritos la cau– sa de su Beatifi cación y Canonización, y la Santidad de nuestro Santísimo Seiior León Papa Xlll, por solemne decreto, sa11cionó el día 10 de febrero-de 1884 haber respl andeci do el V. Diego J. de Cádiz en heroicas virtudes. Tres veces fu eron tratados en juicio los dos mila– gros que se afirmaba haber obrado por su interce– sión. Fué la primera ante el Cardenal Rafael Mónaco La Valletta, Obispo de Ostia y Velletri, Ponente de la Causa en la Cong regación preparator ia, ten ida el 29 de di ciembre de lti92; la segunda en el Palacio Vaticano, el 10 de diciembre de 1893; y la t ercera celebróse delante de Su Santidad, Nuestro Señor, ~n el mismo Palacio Vaticano, el 21 de marzo del propio año, en la cual di eron st1 voto cada uno de
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