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-461- mi conocimiento, y comprendía el estado en que me encontraba, en el cual no podía ni llegarme un paño mojado a los labios, por lo mal que me ponía, y era opinión de alguno de los facultativos que lo que te– nía era especie de apostema interior. Ya me habían rezado la recomendación del alma. En esto me dijo mi S uperiora me encomendara al dicho V. Siervo de Dios ; pero yo no lo quise hacer. Dicha señora lo hizo, pero le pidió también a varios santos , y esto fué en la noche del 28. En la madrugada del 29 vi, a pesar de tener los ojos cerrados, pasar una sombra, y a los pocos instantes vi a los pies de la cama, co– mo si estuviera una persona sentada, que no pudiera vérsele más que el rostro: este era muy venerable y hermoso , con una barba, tan sumamente grande y poblada, que me impedía·ver el hábito que llevaba. No tenía nada de severo, por el contrario, inspiraba confianza, al par que respeto y admiraci ón: en fin, tenía una cosa aquel rostro tan celestial, que yo no puedo explicar. Había una grande claridad en la ha– bitación, que yo notaba, a pesar de tener los ojos cerrade,s , como llevo dicho. En algunos retratos, que después he visto del Venerable he encontrado algu– na semej anza, en otros no. La visión duró como cin– co minutos y nada me habló . Cuando desapareció, me senté en la cama y hablé algunas palabras respec– to a lo grave que estaba, abrí los ojos, pero en se– guida volvi a quedar en el estado en que estaba ; hasta que por la mañana en seguida empecé a arrojar mu – cho humor y sangre, y con esto a sentir algún alivio, como de poder tragar algo líquido, aunque con tra · bajo, y al otro día comer un poco ; pero esto con su– mo trabajo, porque los dolores eran más fuertes en el pecho . No podía ni moverme en la cama. Así continué hasta el 3 de junio, en que volví al estado anterior , y aun con más gravedad, según la

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