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-485 - Ya la Providencia os haya concedido las prerro– gativas de la opulencia u os h<tya reservado los honores de la pobreza, os halláis estrechamente uni– dos en esta solemne profesión de vuestra antigua fe, como para manifestar así lo que otras veces hemos procurado inculcar, que los deberes y los derechos de unos y otros encuentran en la Religión su más perfecta armonia. Y como los ministros del altar deben ser Nuestros cooperadores en la misión nobilísima de santifi car y pacificar a los pueblos, de común acuerdo con vues– tro Episcopado, hemos querido que se fund ara en Roma y bajo la vigilancia del Pontífice, un Colegio de vuestra nación, (1) en donde jóvenes escogidos de las diferentes diócesis se preparen al ministerio sacerdotal, proveyéndose de pura y sólida doctrina y de medios eficaces para combatir el error y difun– dir la luz de la verdad . Ha sido esto, hijos amadísi– mos, una nueva y valiosa prueba de Nllestra solicitud hacia vuestra patria. Mas para que nuestros cuidados y esfuerzos lle– guen al buen término deseado, es necesario también que todos los católicos de España se persmidan de que el bien supremo de la Religión pide y exige de su parte unión y concordia. Es necesario que den tre– gua a las pasiones políticas que los desconciertan y dividen, y abandonando a Dios providentísimo el dirigir los destinos de las naciones, obren entera• mente acordes, guiados por el Episcopado, para promover por todos los medios, que las leyes y la equidad permitan, los intereses de la religión y de de la patria, y para que unidos y compactos resistan a los ataques de los impíos y de los enemigos de la sociedad civil. (1) El Colegio Español.

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