BCCCAP000000000000000000000178

- 480- A las diez empezó a desfilar el cortejo, precedi– -00 de la cruz vaticana, oficiando de celebrante Mons. Lenti, Patriarca de Constantinopla. La ceremonia em– pezó, pidiendo el Rvdmo. P. Postul ador General, Fr. Mauro de Leonisa, la Lectura del Decreto de Su Santidad León XIII, que leyó en la tribuna Mons. Silvestr i, en latín, escuchándolo con religiosa aten– ción la concurrencia. Terminada, se descorrió el velo del cuadro del Beato Diego, y entonó el celebrante Mons . Lenti, el Te Deum, y cayeron a la vez de rodillas más de 50 .000 creyentes, sin poder contener las lágrimas. La Capilla de San Pedro, compuesta de más de 70 voces, siguió los demás versículos, y al final se entonó el Ora pro nobis, Beate Didace. Uf digni efficia11wr promissionibus Christi y I a oración del nuevo Beato. Siguiose la Misa, que fué solemnísima, oficiada por el Patriarca de Constanti – nopla y cantada admirablemente por la Capilla Julia. En la función de fa tarde bajó Su Santidad León XIII a orar ante el nuevo Beato. La Basílica de San Pedro estaba llena completamente, como por la ma– ñana, uniéndose ahora el aliciente de ver a Su San– tidad. Los vivas y aclamaciones anunciaron su ll ega– da. Precedíal e la Corte Pontificia. En primer térmi– no la Cruz Papal, después el Predicador Apostólico, Capuchino, los dignatarios pontificios , los Obispos y Arzobispos, latinos y g riegos, los Cardenales, entre los que iba el Cardenal Pérsico , g loria de la Orden Capuchina, los Generales y Procuradores de las Ordenes Religi osas. Los 14.000 peregri– nos españoles entonaron el himno Firme la voz, que impresionó y conmovió al Pontífice . Aquella pe– regrinación, hasta enton ces no conocida tan impo– nente en Roma, llenaba su corazón de consuelo . Era I¡¡ nación española que afirmaba que la fe de España no moriría, y confesaba a la vez la maravillosa efi-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz