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-458- 1823, y los Provinciales que le siguieron hasta la exclaustración continuaron trabajando en la causa, distinguiéndose entre ellos el M. R. P . Ildefonso de Ardales, del que conocemos otra circular por el es- 7 tilo de la del P. Mariano de Sevilla, escrita en 1828. · Sobrevino después la exclaustración del 35, quelúé aún más fatal para el proceso de beatificación de nuestro Fr. Diego. Quedaron cerrados los conven– tos, secularizados los religiosos, deshechas las Mi– siones, y en conmoción t oda España, sin verse un ra– yo de luz y de esperanza en el porvenir de la Orden Capuchina . Vióse entonces resplandecer claramente la Providencia de Dios de que el Beato Diego hu– biera muerto en Ronda, porque, profanadas las Igle– sias de los principales conventos de la Orden en Andalucía , hubieran desaparecido, aventados por la revolución, sus restos venerandos, mientras en la olvidada capilla de la Paz esperaron la hora de su glorificacion y del triunfo de la Iglesia y de la Orden. Mas en este largo y tristísimo período, cuando tantas cosas se perdieron , no se perdió la memoria y el cariño de los Capuchinos exclaustrados al Beato Diego, y continuaron trabajando en silencio, según lo permitían las circunstancias. Así fueron corriendo los años, hasta que, concluída la causa, fué entrega– da por el Emmo. Sr. Cardenal Arzobispo de Sevilla al Rvdmo. P. José de Llerena, Comisario General de España y Vice Postulador de la misma, el cual la entregó a su vez al Rvdmo. Padre Postulador Gene· ral de la Orden en 1858. Ya en Roma la causa, los Capuchinos exclaustra• dos de las Provincias de España trabajaron a una para obtener la beatificación de Fr. D!ego. Nombrá– ronse comisiones en Sevilla y Málaga para reunir fondos y allanar las dificultades que pudieran ocurrir en Roma , y otrns dos juntas en Ronda y en Grana-

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