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- 450 - misma e11 la cual hizo su oración en el sepulcro del Beato por la salud de su marido. Los dos fueron a dar las gracias al Señor y a su bienhechor, llenos de reconocimiento, a la capilla de Nuestra Señora de la Paz. (1) Otro hijo de Ronda, llamado Pedro Martínez, padecía un cáncer incurable, que comiéndole horri– blemente la cara, 1) conducía lentamente al sepulcro. Tuvo la suerte de tocar el hábito del cadáver del P. Fr. Diego José de Cádiz, mientras estaba ex– puesto, confesándolo a voz en grito bienaventurado, y repentinamente quedó c11rado, volviendo sano a su casa y con una señal roja solamente para testimonio del milagro. Por su notoriedad y circunstancias lo publicó Fr. Felipe Benicio del Puerto, compañero del Siervo de Dios, en su oración fúnebre, predicada en Andüjar. (2) Refiere el proceso de beatificación, que en Ubri– que vivía Fr. Félix de Villamanrique, religioso de la Orden Capuchina, el cual padecía de unas hernias, que le tenían siempre a punto de muerte. Invocó a Fr. Diego de Cádiz, que había sido compañero suyo en el noviciado, y al que en vida estimaba mucho, y se vió curado, atribuyendo a Dios y al Beato Diego la salud de que gozó en adelante. El hecho fué reco– gido por el P. Pablo de Ubrique. (3) Un niñ0 gravemente enfermo , de edad de tres años, se hallaba en tal estado de consunción, por no retener su estómago nada de alimento, que el médi– co dijo que se moría. En aquella aflicción el padre del niño lo encomendó al Beato Diego, le dió su ce– -dulita en una taza de caldo y prometió vestirlo de (1) Proc. 424. (2) Proc. 424. (3) Proc. 427.
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