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- 447 - caída, al desembarcar en Rota, en hombros de los marineros, tan grave que, por haberle dado en la hernia, quedó como muerto . Acudieron los facultati– vos, y la mejoría que experimentó fué formársele otra hernia nueva. En medio de sus sufrimientos se acordó haber oído predicar al P. Cádiz, y, estando haciendo sus devociones, se le ocurrió invocar su auxilio en esta necesidad. Lo consultó con su confe• sor, el cual le instruyó cómo debía hacer la súplica, y él la hizo varias veces a Dios, poniendo por inter– cesor al Beato Diego José de . Cádiz. A los ocho o nueve días se encontró completamente curado, sin explicarse cómo, ni sucederle ninguna novedad en su salud, como temían algunos que pudiera sobreve– nirle. Teniendo que pasar por Ronda D. Rufino Andi– no, le encargó su esposa D. ª María Gómez, que lle– vaba siete años de matrimonio y tenía ya cuarenta y dos años, que visitase el sepulcro de Fr. Diego José de Cádiz, y le suplicase intercediera con Dios para que le diera sucesión, pues ni en los siete años de este matrimonio, ni en los catorce del primero, había tenido prole. Hizo ofrecimiento de llevar la criatura al sepulcro, vestirla de hábito de Capuchino, y el efecto fué tener la sucesión deseada. Al dar a luz tomó una cedulita del Beato y desapareció el peligro; y faltándole la leche le dió otra señora de Alcalá de los Gazules, donde vivían, una cuenta del rosario del Beato, y la tuvo en abundancia, con sólo echár– sela al cuello . En el proceso de beatificación se refiere que la Sra. Marquesa, viuda de Cañada Firri aseguró que una sirvienta suya, que llevaba dos días entre la vida y la muerte, con un alumbramiento difícil, después de haberle aplicado varias reliquias de muchos santos , se acordó de que tenia en su cuarto una carta del

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